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sábado, 28 de mayo de 2011

Taller n°3: El ensayo


El amor a los niños enseña más caminos a la que enseña, que la propia pedagogía
“La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza sino la que se hace de corazón a corazón”, una frase que leí y tuvo un gran significado ya que la enseñanza sin el cariño hacia los niños es un instrucción sin mayor sentido. Es por esto que me pregunto: ¿Cuántos docentes habrá en ejercicio sin sentir amor tanto por su profesión y los niños que tiene a su cargo?
En la Universidad, los docentes o estudiantes de pedagogía según sea el caso, van a instruirse y a aprender diversas metodologías para enseñar a los alumnos una vez que este en el aula; sin embargo considero que esto no tiene mayor validez si no existe una vocación real que permita realizar una práctica docente de calidad, entregando una formación no sólo en el ámbito del conocimiento, sino que también en valores y hábito que le servirá para desenvolverse en la sociedad, es decir una formación integral.
El amor a los niños nos entrega diversos caminos de acción para buscar la manera correcta de formación. Es por esto que el ser capaces de colocarnos en el lugar de nuestros estudiantes permite crear un ambiente grato  mediante el cual adquiera la confianza y herramientas necesarias que le permitan un desempeño y aprendizaje adecuado. Pero ¿qué ocurre cuando esto no es efectivo? Quizás lo importante es poder pensar como un niño y tratar de comprender la frustración que pueda sentir y hacer modificaciones a las explicaciones que se estén dando, reforzar y preocupase de forma constante. Es en este punto donde la frase con la cual se iniciaron estas líneas cobra más importancia, la enseñanza de corazón a corazón rescatando la vocación como un pilar importante para llegar a la razón de los niños.
Por Ma de los Angeles Gómez Álvarez   

1 comentario:

  1. Angeles es interesante como abordas el tema de la instrucción versus el aprendizaje con amor. Sin duda comparto la reflexión, entendiendo que las relaciones con nuestros estudantes deben darse siempre desde la afectividad, si logramos encantar, persuadir a ese estudiante con lo que queremos compartir, enseñar, estaremos siendo un pedagogo y no un instructor de conocimientos sin sentido.

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